Anclado en la promesa inmutable de Dios 

La imagen del ancla es una de las metáforas más poderosas de las Escrituras y nos recuerda que la fe no es una sensación frágil, sino un aferramiento firme a algo inamovible. En Hebreos 6:17-19, leemos que Dios, queriendo mostrar a los herederos de la promesa la inmutabilidad de su propósito, lo confirmó con un juramento, para que por dos cosas inmutables, su promesa y su juramento, los que hemos acudido a él en busca de refugio tengamos un fuerte aliento para aferrarnos a la esperanza puesta delante de nosotros. Esta esperanza, se nos dice, es un ancla para el alma: firme y segura, que nos sostiene firmemente en la presencia de Dios mismo.

Ese es el fundamento de la esperanza cristiana: no un optimismo ilusorio ni una negación ingenua de las dificultades, sino una seguridad firme basada en el carácter inmutable de Dios. Él no puede mentir, no puede fallar, y su propósito no se ve afectado por las circunstancias. Las tormentas pueden rugir, las olas pueden levantarse, y aun así, el ancla se sostiene, no por nuestra fuerza, sino por Su fidelidad. En un mundo cada vez más incierto —social, política y económicamente—, esta verdad es vital. Vivimos en tiempos en los que muchos están a la deriva, arrastrados por las corrientes culturales o abrumados por las presiones de la vida diaria. Sin embargo, quienes se han refugiado en Dios tienen algo inquebrantable que los mantiene firmes bajo la superficie. Un ancla es invisible cuando está en acción. Desaparece bajo las olas, pero mantiene la embarcación firme. De la misma manera, nuestra fe a menudo es invisible para el mundo que nos rodea, pero es esa confianza oculta en Dios la que afirma nuestros corazones cuando todo lo demás tiembla. El escritor de Hebreos nos dice que esta ancla «entra hasta dentro del velo», hasta la misma presencia de Dios. Ese velo simbolizaba la barrera entre la humanidad y lo divino: una separación que se rompió cuando Cristo murió en la cruz. Nuestra esperanza, entonces, no se centra solo en una idea lejana, sino en una Persona viva. Jesús, nuestro precursor, se adelantó a la presencia misma de Dios y nos aseguró ese lugar. Cuando la vida se siente caótica, cuando el dolor nos golpea, cuando perdemos el rumbo, podemos recordarnos: mi ancla se sostiene en Él.

Pero estar anclado no se trata de quedarse quieto. Se trata de estar lo suficientemente seguro como para avanzar. Los barcos usan anclas no solo para evitar ir a la deriva, sino también para posicionarse con seguridad en condiciones cambiantes. Lo mismo ocurre con la fe. Cuando estamos anclados en la promesa de Dios, somos libres de navegar los desafíos de la vida sin temor a perder el equilibrio. Las tormentas de la decepción, los vientos de la tentación y las olas de la duda no pueden apartarnos de su amor. Podemos sentir la tensión, pero no nos alejamos. La esperanza no es la ausencia de dificultades; es la seguridad de la estabilidad en medio de ellas.

Para muchos, la tentación es anclarse en las cosas equivocadas: el éxito, las relaciones, las posesiones, incluso la actividad religiosa. Pero estas anclas fallan. Se oxidan. No pueden soportar las profundidades. Solo la Palabra de Dios y su promesa, confirmadas por su carácter inmutable, pueden soportar todo el peso de nuestras almas. Cuando descansamos en esa verdad, descubrimos una paz inexplicable. No se basa en lo visible, sino en lo eterno. Cuanto más confiamos en Él, más profundamente se hunde ese ancla en la roca de su fidelidad.
En nuestro propio caminar, vale la pena preguntarnos: ¿dónde hemos puesto nuestras anclas? ¿Están atadas a arenas movedizas o a la roca sólida de Cristo? La iglesia también debe anclarse, no a modas ni a personalidades, sino a la esperanza viva que se ha revelado en Jesús. Como individuos y como comunidad, estamos llamados a mostrar la fuerza que proviene de una fe firme. Es esa confianza interior, serena pero inquebrantable, la que nos permite mantenernos firmes y ofrecer esperanza a un mundo a la deriva.

En Runnymede Christian Fellowship, este mensaje habla profundamente de quiénes estamos llamados a ser: un pueblo anclado en la promesa inmutable de Dios. Somos herederos de esa promesa, unidos por su juramento, invitados a vivir una fe que se mantiene firme en cada etapa. Pase lo que pase —incertidumbre, cambio o incluso sufrimiento— nuestras almas pueden descansar seguras. Porque nuestra esperanza no depende de las circunstancias; está arraigada en el propósito eterno de Dios. El ancla se sostiene, porque Él nos sostiene.

Esa es la invitación del evangelio: confiar en Aquel que nunca cambia, refugiarnos en su palabra y vivir con una confianza inquebrantable. La esperanza que perdura, la fe que se mantiene firme y el amor que vence: estos no son ideales poéticos, sino realidades vivas para quienes están anclados en Él

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Welcome to Runnymede Christian Fellowship, an Egham Church


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Runnymede Christian Fellowship is a church based in Egham but serving a much larger geographical area. Those who call us home come from EghamVirginia Water, Staines, Englefield Green, Egham Hythe, Pooley Green, Maidenhead, Heathrow, Slough, Ashford, Thorpe, Windsor, Woking and beyond.

Our church is a community of believers who gather regularly to share life and demonstrate God's love. We do this by encouraging and serving each other and the community. We believe in the power of prayer and are always happy to pray for you.
 

Church - What to expect

Our Sunday service is available to stream online at 11:00 a.m. You can join us on Livestream or via Facebook, LinkedIn, YouTube or X (Twitter).

The Sunday Service is now held at Strodes College, Strodes College Lane in Egham open to all, so if you would like to join us, please feel free to do so. If you have any questions, please call us on 01784 637010.

We run a physical Sunday School most weeks. If you would like your children to receive a weekly Sunday School teaching pack that you can do from home, please email us at admin@e-runnymede.co.uk so that we can send you the materials.
 

Church on Sunday at Strodes College, Egham


 Prophetic word for students -

Our Sunday service starts at 11:00 a.m. and typically lasts about 90 minutes.

We begin each service with lively worship, featuring songs from around the world, followed by inspiring, Bible-based teaching. All our sermons are recorded and are available as a podcast after the service.

We have a monthly cycle of Sunday services, with our Communion Service being on the first Sunday of each month and an All-Age All-Nation Service on the second Sunday of each month. Our other Sunday services include Spirit-focused and teaching services.

We have consciously adopted being a blended church, that is, both online and face-to-face. You are welcome to join us on Livestream or via Facebook, LinkedIn, YouTube, or X (Twitter), or you can catch up and watch the recordings later.
 

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Driving and Car Parking

Our Sunday Morning Service is now held at Strodes College, Strodes College Lane, Egham, TW20 9DR, which has ample parking. Click on the link for directions to RCF.

We have plenty of parking spaces right outside the building. Spaces are reserved near the entrance for anyone with mobility issues (those with a blue badge). Please let us know if you need to use one of these spaces, have any special needs, or require any assistance.

The car parking area is a public area, so please ensure that your children are under your control and that, for their safety, they do not run around in the car park.
 

Visiting with children?

Everyone is welcome at RCF. We encourage everyone, regardless of age, to join the service. We offer Sunday School, which begins after worship and runs concurrently with the sermon for 30 to 40 minutes, serving children aged 4 to 12. On the second Sunday of each month, we have a shorter All-Aged All Nations Service, where the children stay for the worship and the sermon.
 

After Church

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